viernes, 17 de diciembre de 2010

Los tres hermanos que saben hacer reír

Las películas de los hermanos Marx siempre serán uno de mis refugios favoritos. El cine tiene magia, te transporta a otro mundo, te permite vivir vidas distintas y mil cosas más que necesitarían otro artículo entero para describir. A esta magia que ya de por sí tiene el cine, hay que añadirle la que desprendían los tres hermanos Marx.

Comienza la función. Hay más actores, incluso en las primeras películas aparecía un cuarto Marx, que debió ser consciente de que él no nació con una varita bajo el brazo, y desapareció; pero a pesar de la multitud, solo importan los protagonistas: los tres hermanos que saben hacer reír.

Chico y Harpo suelen ser inseparables. Chico, tal vez el hermano menos valorado, sin el que nada habría sido posible. El nexo perfecto entre el chico que no sabía hablar y el que hablaba demasiado. El hombre con gesto estúpido, que crea situaciones impensables debido a su falta de comprensión, pero que espabila cuando de dinero y timos se trata. El hombre de los dedos mágicos: solo él sabe hacer sonar el piano tan bien, incluso cuando lo golpea con rabia.

Harpo, el de los rizos falsos, a veces rubio, a veces pelirrojo. Chistera, gabardina con bolsillos de fondos infinitos, que pueden esconder un café o un hacha por si alguien pide que se corten las cartas, bocina que habla por él y que pide incesantemente dos huevos duros. No habla, pero seguro que tiene una voz dulce, como esa mirada de niño que siempre existió en él, aunque las arrugas amenazaran su vitalidad. Tampoco es necesario que hable. Sus gestos y muecas, casi físicamente imposibles a no ser que seas un dibujo animado; sus acciones impulsivas, alocadas, absurdas, inesperadas. Hasta se atreve a mostrar actitudes de tendencias homosexuales, a pesar de la época. No le hace falta más para hacerse querer, para arrancar las sonrisas más tiernas. Aunque, el gesto le cambia cuando desliza sus expertas manos por el arpa: se vuelve serio, se concentra. Pero su inocencia desmadrada vuelve en cuanto la música deja de sonar.

La pareja acaba topándose con el tercer elemento: Groucho, el más conocido de los Marx. Se necesita más que pintarse unas cejas gruesas y un bigote, usar gafas, y andar encorvado siempre con un puro en la mano –a pesar de que cuando sus hermanos copien su aspecto, nos hagan dudar de si son ellos o es un espejo reflejando a tres Grouchos- para ser como él. Groucho tiene una labia prodigiosa. Habla, habla y habla. No calla, y no quieres que lo haga. A veces, canta sobre que está en contra de todo y la tierra de la libertad. Cualquier frase suya, dan paso al asombro. ¿Cómo es capaz de inventar una genialidad tras otra? Nadie puede imitarle, a pesar de que tenga alumnos aventajados como el señor Woody Allen. Solo Groucho es capaz de demostrar ese ingenio tan irónico y absurdo cada vez que abre la boca, solo él es capaz de que te plantees escribir libros enteros con sus frases.

Y cuando los tres aparecen, todo comienza. Las conversaciones sin sentido de Chico y Groucho, los juegos de adivinanzas de Harpo, las situaciones surrealistas, con camarotes abarrotados, guerras provocadas por hechos ridículos, consultas médicas en las que el doctor en realidad es un veterinario que debe demostrar que una paciente que no está enferma lo está, trenes del oeste que necesitan más madera; los cortejos de Groucho, casi siempre a la misma señora de aspecto recio, que suelen incluir alguna que otra ofensa –imposible reprochárselas si alguien falta al respeto de manera tan divertida y ocurrente-. Todo eso y más.

Si el cine es mágico y consigue que todo sea posible, los Marx sencillamente convierten todo lo imposible en realidad. Son capaces, 81 años después del estreno de su primera película, de hacerte reír como nadie, suceda lo que suceda. Cada cierto tiempo, me urge la necesidad de dejarme llevar por sus locuras, y sentirme más feliz gracias a ellos. Por eso, las películas de los hermanos Marx siempre serán uno de mis refugios favoritos.

2 comentarios:

  1. PD: Quizá esto pegaba más con el blog de cine, pero es que los Marx son más que cine.

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  2. Jo eres amor que bien escrito esta y que bien los defines es que es tal cual, los Marx son amor y la verdad que cada uno de ellos es indispensable (salvo Zeppo claro que ni lo nombras jajaja, es acaso la encarnacion de Kariya???)

    Me encantan las situaciones entre Groucho y Chico, o cuando Chico y Harpo timan a Groucho, pero sin duda las mas desternillantes son en las que los 3 se ven envueltos, como en la clase de Plumas de Caballo...en esos momentos risa se convierte en carcajada, en ese tipo de carcajadas que si las oye alguien ajeno a ti, puede pensar que te has vuelto loco...y eso solo lo consiguen los grandes genios.

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